jueves, 23 de julio de 2009

Todos en la luna o como pulpos en un garage


Hoy ha estado en casa mi hijo de 14 años (cumplirá 15 en octubre) y, comentando mi edad (¡vaya!) ha salido el tema del alunizaje del 69.
"Si, ya sé; hace cuarenta años que el hombre llegó a la Luna... dicen" ha comentado. "Y tambien dicen que fue un montaje", ha añadido, alegando lo de la bandera que si ondea o deja de ondear y otros lugares comunes. Tras unas cuantas argumentaciones por mi parte y por parte de Olimpia y proporcionarle las respuestas pertinentes que le resituaran los mitos (y recomendarle de paso el libro que señalé en un post anterior) ha pasado a otro tema y ya está pero me he quedado un poco preocupado. ¿Qué tipo de enseñanza reciben estos jóvenes que les lleva a aceptar lo irracional como cierto? Bien mirado, si se duda de un hecho histórico como éste, del que hay pruebas irrefutables y restos visibles, y se acepta alegremente aquello que no pasa de divertimento de salón o gracieta de tertulia de sobremesa, nada hay que impida negar la realidad de cualquier cosa, ya sea el Holocausto, las fosas comunes de la Guerra Civil, el descubrimiento de América o qué se yo, el Imperio Romano o la invención del fuego por ejemplo. Esto, junto con el empobrecimiento del lenguaje (casi diría que provocado con toda la intención) de alguna manera prepara el ambiente para dudar de la ciencia y llevar a los jóvenes a no pensar sino a creer.
A creer que unas bolitas de lactosa pueden sanar enfermedades, que la mente puede doblar cucharas, que no es cierta la evolución de las especies, que el mundo se hizo en seis dias hace seis mil años, que la tecnologia extraterrestre levantó las pirámides, que la religión es la respuesta a todas las preguntas, que no existe vida más allá del capitalismo... A hacerlos tontos, acríticos, sumisos y conformados (a fin de cuentas, la fe se deposita en el líder de turno, la esperanza estará en otra vida u otra dimensión y la caridad... la caridad empieza por uno mismo).
Solo así puede conseguirse que acepten en el mismo razonamiento ideas contradictorias entre sí sin que se les soliviante la duda, que equivoquen la causa de su malestar y confundan al enemigo a batir con La Crisis, Los Traumas, el Gobierno Mundial en la Sombra, El Mal Feng-Shui, La Voluntad Divina, La Mala Conjunción Astral, La Seguridad Social o La Disarmonia Energética.
Si para opinar hay que estar informado, el truco de prestidigitador está en banalizar la opinión y desinformar haciendo creer que se informa: poniendo en pie de igualdad lo subjetivo con lo objetivo, lo racional con lo emocional, lo imaginario y lo virtual con lo real, lo mágico con lo científico, lo individual con lo social, el egoismo con la solidaridad, el culo con las témporas. El discurso político, religioso, publicitario, empresarial y periodístico se ha apuntado alegremente (y de manera particularmente vergonzosa en este país) a este sistema. Que sólo haya noticias que impacten (en las emociones, claro, y no en el intelecto). Que se diluya la comunicación corrompiendo el significado de las palabras mediante contaminaciones por vecindad fonética u ortográfica o de falsos amigos. Que la educación académica se transforme en evitar el fracaso escolar. Que todo el mundo opine (libertad, libertad) pero que nadie mueva un dedo (¿igualdad? ¿fraternidad?).
El tema da para más y estas líneas sólo son un esbozo mal hilvanado (y por ahora sin contrastar en este solitario blog) de lo que hace tiempo barrunto y que me solivianta a la vez que me apena. Me consuela pensar que la Historia es cíclica y que vendran tiempos mejores. Pero, qué caray, me agradaría poderlos vivir ahora. Al final resulta que todo el mundo está en la luna tragando ruedas de molino.

martes, 21 de julio de 2009

lunes, 20 de julio de 2009

Aterrizaje en la luna (On a marché sur la Lune)

Hoy, como no puede ser de otra manera toca hablar de la Luna o, más concretamente de la llegada real del hombre a la Luna. Aunque hago un inciso personal: tengo aquellas imagenes borrosas que aparecian por la TV y la voz de Hermida grabadas en mi memoria, situación que viví junto a mi padre(*) en un bar de La Pineda de Salou en el que, sorpresivamente para mí, habíamos entrado para comprar algo de comida para llevar. Ahora pienso que entramos en aquel local, lo que no era habitual, porque precisamente tenian televisión. Recuerdo la expectación de los que miraban, diferente a la mía, más acostumbrada a los tebeos y películas de ciencia-ficción (sin olvidar, por supuesto, los dos álbumes de Tintin). A fin de cuentas faltaban menos de tres meses para cumplir doce años del primer bip-bip espacial, el inefable Sputnik. Y casi veinticuatro del final de la Segunda Guerra Mundial, en el que buena parte de la Humanidad se habia sumergido en una espiral de destrucción coronada por el gran hongo atómico. La mayoria de los ojos que contemplaban aquellas imagenes, de una indefinición decepcionante, habían visto demasiada sangre y demasiado horror hacía demasiado poco (aquí, algo más). No me extraña que ya entonces algunos sospecharan de su realidad. Aunque lo cierto es que la especie humana pasa de la depravación a lo sublime (y viceversa) con tanta rapidez que siempre la pilla mirando hacia el otro lado.




Pero los conspiranoicos, cuya refutación puede leerse en el libro "La conspiración lunar: vaya timo" de editorial Laetoli, tal vez no tengan en cuenta que la gran mayoria ya sabíamos que se llegaría a la Luna. Personalmente recuerdo que me impresionó más seguir por la radio durante las Navidades del año anterior la orbitación lunar del Apolo 8 y contemplar posteriormente las fotos en color de la superficie del satélite que se publicaron a su regreso. Fue, literalmente, contemplar otro mundo.

(*) La hora española del descenso de Armstrong desde el Módulo Lunar fue oficialmente a las 03.56 horas del 21 de julio de 1969, así que es evidente que no lo viví en directo sino que debía ser una repetición en el Telediario del mediodía. Pero es la escena que me ha quedado grabada en la memoria.

domingo, 19 de julio de 2009

In memoriam.


18 de julio de 1969. Viernes. Barcelona està medio vacia. Es festivo y mucha gente se ha acogido al puente. El tiempo es espléndido, cielo despejado, sin nubes, con viento flojo del SE, calor: 27,4ºC a la s 10 h, humedad del 41%. El Apolo 11 viaja hacia la Luna. Y aquí, de pronto, siempre es de pronto, D. Francisco Moreno Lopez concluye su aliento, abandona el dolor y la penosa agonia, tambien el sueño y la esperanza, y se transforma en memoria, en recuerdo, para mí regresa ahora en una sonrisa que preside una fotografia en blanco y negro. Y Olimpia lo abanica amorosamente por ultima vez y se le quiebra el alma si hubiera alma o si pudiera quebrarse y llora y Gemma se sobresalta en su vientre, tal vez ya quiera nacer, muerte y vida, y la pena, siempre como una sombra, para siempre. Vendran otros llantos y otras alegrias y el tiempo harà de arado en su piel. Armstrong dejará en dos dias sus huellas en el polvo inmóvil de la Luna, inmutables. La huella del adiós de D. Francisco tambien quedarà intacta en la pena sobrecogida de Olimpia, aun niña, esa niña que ya no puede acogerse al abrazo fuerte y protector de su padre, hasta que ella tambien se transforme en polvo de estrellas. (Yo, ajeno a ello, siempre en mi mundo paralelo, jugaba a astronautas y a piratas en Salou, creyendo aún que todo era eterno).

Esquela aparecida en La Vanguardia, Edición del sábado, 19 julio 1969, página 31

Casa nueva

Dudo mucho que nadie, pero nadie-nadie, se enterara de que este blog existía. De alguna manera, ni yo tenia una conciencia clara de su pervivencia en la nebulosa ciberespacial. Habia comenzado como un ensayo, un intento de probar a ver que pasa, un juego de colgar fotografias o videos de YouTube y enlazar con otros puntos de La Red. Luego vino Facebook y, como muchos, me enganché. Tras el entusiasmo inicial de descubrir que tenía más amigos de los que sospechaba, comencé a transformarlo en un miniblog por si a alguien le interesaba lo que iba encontrando, para compartir de alguna manera las cosas que me llamaban la atención o que pensaba que pudieran ser de utilidad para quien cayera por allí. Tambien fotografias (otro aprendizaje) de objetos o lugares que me resultaban divertidos o curiosos. Y, mientras, iba siguiendo con admirada atención (y algo de sana envidia) los blogs que habitualmente leo y que durante este año y medio han superado los criterios de calidad que me he ido imponiendo.
No hace mucho empecé a introducirme el el mundo de Twitter. ¡Caramba! Si todo el mundo tenía su blog y su facebook y su Flickr y su Twitter, yo no podía ser menos. O, para decirlo de otra manera, tenía que dejar de ser un marginado en esta sociedad virtual. Y recordé entonces que tenía un blog agonizante.
No le he lavado la cara. Sencillamante, como en las reformas de cualquier casco urbano antiguo, he mantenido la fachada y he derribado el interior para construir un espacio nuevo. Cada cosa en su sitio y un sitio para cada cosa, como me decían en mi infancia.
Y un apunte más. Ayer fue el 40 aniversario del fallecimiento del padre de mi mujer, un vacío sobresaltado que en ocasiones aún empapa de pena su mirada. Yo, medio niño entonces, me emocionaba con la inminente llegada a la Luna de Armstrong y Aldrin, emoción que los diferentes blogs que leo y los medios de comunicación se encargan de recordarnos estos dias. Por eso, ayer escribí unas breves líneas para que el segundo hecho no avasallara el primero. Líneas que fueron a parar al Facebook. Pero creo que D. Francisco merecía dignificar su memoria en un blog nuevo y en esto estoy. A fin de cuentas, haciendo un nefasto juego de significados, D. Francisco alcanzó antes el Mar de la Tranquilidad.
No sé qué vida o qué actividad tendrá en adelante este lugar. Pero, aunque comience con una esquela, espero que tenga una larga trayectoria. Así pues, allá vamos.

Se nos viene la Navidad encima

Shopping Night Barcelona (03/12/2015, foto del autor)      Nos acercamos de nuevo, irremisiblemente,  al centro de este tornado anual q...