lunes, 18 de diciembre de 2017

Se nos viene la Navidad encima


Shopping Night Barcelona (03/12/2015, foto del autor)
     Nos acercamos de nuevo, irremisiblemente,  al centro de este tornado anual que suponen las fiestas navideñas (previo enésimo paso por las urnas en este cuadrante nororiental de la península donde resido), con la recurrente visita de los tres fantasmas dickensianos y el de Ebenezer Scrooge en quien tememos transformarnos; con sus luces urbanas y sus habitantes fríos y apagados, sus hogares familiares y sus sintecho, sus excesos dietéticos y presupuestarios (quien pueda permitírselos; pero es un tópico); con esos abrazos y esas soledades, las alegrías sinceras o porque toca; con esas solidaridades de un día o  virtuosas caridades, reales, fingidas o por decreto; con sus loterias participadas y sus cenas de compañeros; con tantos buenos deseos y tanta pelea doméstica; con esos niños de ojos asombrados o ilusionados sumidos en un estado de hiperactividad y ansiedad continua y esos cuñados arquetípicos ejercitando cuñadismo; con los, al parecer, inevitables  papasnoeles trepadores (o sus variantes regias o locales) y esos ornamentos que ansiando ser chic se deslizan hacia lo kitsch haciendo equilibrios continuamente en el resbaladizo filo de lo hortera...

     ... Y sus conciertos navideños.

     Porque a eso voy. No hay Concierto de Navidad que no incluya alguna obra de Música Antigua junto a los habituales arreglos polifónicos de villancicos tradicionales. Y aprovechando mi afición por la música medieval, renacentista y barroca y que mi terapeuta me ha dicho, entre otras cosas, que escriba 😉, he decidido reflotar este blog tras seis años de abandono total y ofrecer mi particular Concierto con una selección de Música de Navidad de los siglos XV y XVI tras una no demasiado exhaustiva ni exigente búsqueda por YouTube. La intención es ir colgando los videos hasta el 23 o 24 de diciembre cuando, a modo de regalo, tengo intención de enlazar uno realizado por mí con las veinte composiciones que he reunido (en realidad son dieciocho porque dos están en su versión solo instrumental además de la cantada).

      Las obras básicamente proceden del Cancionero de Uppsala aunque tambien hay alguna del Cancionero de la Colombina y del de Gandia y alguna otra fuente. Ya veréis que hay de todo: de muy alegres o animadas a muy solemnes o muy recogidas, incluso intimistas diría; todas con esas características perplejidades teológicas de la celebración cristiana en las letras, que nos hablan de un parto virginal en soledad de un dios-niño, rey de reyes pero adorado por pastores y destinado a ser sacrificado (creo haberlas resumido todas)... Lo digo porque no esperéis peces bebiendo en el río (que, por cierto, no beben) ni dale a la zambomba, we wish you a merry christmas y cosas así.

      Y para abrir boca, he aquí la versión instrumental de Rey a quien reyes adoran, composición de autor anónimo y recogida en el Cancionero de Uppsala (tambien conocido como Cancionero del Duque de Calabria o Cancionero de Venecia, del s. XVI. Intérpretes: La Capella Reial de Catalunya.  Director: Jordi Savall.

domingo, 23 de enero de 2011

Decrecimiento y desmesura


(Tomada de Wikipedia en "Decrecimiento": alegoría del sistema de dinero deuda.)
 Más sobre crisis (¡qué pesadez, pero es lo que hay!). Contra la "obsolescencia programada", reducir el consumo. Os enlazo un artículo en relación con el ya famoso reportaje de la 2 "Comprar, tirar, comprar" y que también viene enlazado en el mismo artículo, por  si alguien aún no lo ha visto. No sé si vamos hacia una economía de subsistencia si siguen esquilmándonos como hasta ahora, pero cuando se agote el jugo que puedan extraernos, tal vez ellos entren al fin en crisis (pero que les quiten lo bailado). Habrá por tanto que revolverse antes.
En relación con todo ello, extraigo el siguiente texto extraído de aquí y de aquí del profesor  Carlos Taibo (la conferencia original sobre decrecimiento, pronunciada en las jornadas "¿Como te defiendes tú de la crisis?" de CNT-Córdoba, 25 de noviembre de 2008) no he podido encontrarla) y creo muy acertado (los subrayados y cursivas son míos):
En la percepción común, en nuestra sociedad, el crecimiento económico es, digámoslo así, una bendición. Lo que se nos viene a decir es que allí dónde hay crecimiento económico, hay cohesión social, servicios públicos razonablemente solventes, el desempleo no gana terreno, y la desigualdad tampoco es grande. Creo que estamos en la obligación de discutir hipercríticamente todas éstas. ¿Por qué? En primer lugar, el crecimiento económico no genera - o no genera necesariamente - cohesión social. [...] El crecimiento económico genera, en segundo lugar, agresiones medioambientales que en muchos casos son, literalmente, irreversibles. El crecimiento económico, en tercer término, provoca el agotamiento de los recursos que no van a estar a disposición de las generaciones venideras. En cuarto y último lugar, el crecimiento económico facilita el asentamiento de lo que más de uno ha llamado, el "modo de vida esclavo"; que nos hace pensar que seremos más felices cuantas más horas trabajemos, más dinero ganemos, y sobre todo, más bienes acertemos a consumir.

Por detrás de todas estas aberraciones, creo que hay 3 reglas de juego que lo impregnan casi todo en nuestras sociedades. La primera es la primacía de la publicidad, que nos obliga a comprar aquello que no necesitamos, y a menudo incluso aquello que objetivamente nos repugna. El segundo es el crédito, que nos permite obtener recursos para aquello que no necesitamos. Y el tercero y último, la caducidad de los productos, que están programados para que al cabo de un periodo de tiempo extremadamente breve, dejen de servir, con lo cual nos veamos en la obligación de comprar otros nuevos.[...]
Es preciso reorganizar nuestras sociedades sobre la base de otros valores que reclamen el triunfo de la vida social, del altruismo, del ocio creativo y de la redistribución de los recursos y del trabajo frente a la propiedad y al consumo ilimitado. Otras exigencias ineludibles nos hablan de la necesidad de reducir las dimensiones de las infraestructuras productivas, administrativas y de transporte, y de primar lo local frente a lo global en un escenario marcado, en suma, por la sobriedad y la simplicidad voluntaria […]"
 De una manera que sólo podría calificar de rabiosa, eso que hemos dado en llamar el mercado, el capital o el mundo financiero y empresarial se ha lanzado recuperar sus privilegios de hace dos siglos como si quisieran vindicar el dinero no ganado por sus padres y abuelos (de sangre o ideológicos) por las concesiones laborales y sociales que con sangre (literalmente) el mundo obrero había ido conquistando (en realidad ya se ve que no han sido auténticas conquistas en muchos casos sino meras concesiones, a la espera de un momento propicio para –no en vano se les moteja de tiburones- morder con más fuerza, como pasa ahora).


No deja de rondar la sospecha que tanta crisis no deja de ser un hábil invento para despojarnos de cuanto tenemos, confundiéndonos con la alarma de un desastre inminente si no arrojamos más lastre de este globo en el que estamos embarcados y que parece a punto de estrellarse contra un suelo que no llega porque no sabemos desde qué altura estamos cayendo. Un lastre que parece ser nuestro pobre ropaje y no sus orondos corpachones rezumantes de dinero (bueno, rezumantes precisamente no, que lo que se da no se quita… ni por transpiración).

Pero, en realidad, como todo globo, todo está fundado en el aire. Los mercados no manejan dinero sino deuda (véase el interesantísimo video de aquí abajo) pero la riqueza que producimos nos la arrebatan para pagar lo que no hemos adquirido. El Estado les debe ese dinero ficticio y las “ayudas” las consideran una restitución de justicia. No solo porque tuvieron que renunciar a posibles ganancias en aras a una, para ellos mal llamada, justicia social, sino porque tuvieron que invertir en encumbrar a la derecha en algunos casos o a la socialdemocracia en otros, como manifestando una -supuesta- amplitud democrática (prurito éste que ignoro por qué  lo mantienen aún).


Y, bueno, como se les tiene que pagar y las alternativas son inadmisibles, el Gobierno de turno saca el dinero de donde haga falta: pensiones, subsidios o prestaciones sociales del tipo que sea. Si el Estado detenta algo que puede ser negocio como la salud, se privatiza; si hay que ejercer el control ideológico (alienación, impedir pensar, impedir el pensamiento crítico y libre) se controla los media, la publicidad y muy, muy fundamentalmente, la educación. Esto explica, dicho sea de paso, que se favorezca indistintamente todo tipo de paramedicinas, de creencias irracionales o supersticiosas o religiones de diverso pelaje, a ser posible fundamentalistas aunque sean contradictorias o enfrentadas entre sí: el objetivo es impedir pensar, potenciar el creer –y el obedecer ciegamente- despreciando, atacando o escandalizándose ante, por ejemplo, el ateismo, el escepticismo y el libre pensamiento, como elementos perturbadores de (su) orden social.

El conjunto de la sociedad humana es semejante a un organismo vivo en el que cada célula, cada uno de nosotros, tiene su función individual en el contexto de una función colectiva. Desgraciadamente, la voracidad del neoliberalismo ha provocado la anulación de los mecanismos de defensa de ese organismo y un crecimiento desmesurado y sin control del tejido financiero, que agota cada vez más rápidamente los recursos disponibles tanto los ambientales o ecológicos como los individuales; es decir, lo mismo que hace un cáncer, que si no se trata a tiempo (y agresivamente) acaba con la vida del organismo que lo sustenta. Y en el punto en que nos encontramos ya no es posible la prevención. Siguiendo con la analogía, ahora sólo cabe la cirugía, la radio o quimioterapia o todo a la vez, terapéuticas que acaben con todas las células tumorales... aunque se lleven por delante algunas sanas.

(tomada de http://www.wikilearning.com/monografia/cancer/10766-17)

No obstante, quizá la esperanza venga de los llamados “países emergentes”, esos que también se conocen como "países en vias de desarrollo" y que tan apetitosos les resultan a los inversionistas (aunque quén sabe si no serán ellos mismos devorados).



Nos han hecho creer que no hay nada más allá de la globalización y el neoliberalismo; que la libertad es el único y supremo valor al que hay que tender, entendida ésta no como consecuencia del pensamiento racional sin trabas sino como la ausencia de cortapisas al lucro y al egoísmo; que no hay alternativa a la solución que nos imponen a la crisis que nos han impuesto; que los posibles sistemas económicos alternativos son demoníacos subproductos de las purgas y los gulags. Pero no hay nada inmutable. La civilización egipcia duró algo más de 3000 años -por ahora nos llevan 1000 de ventaja- pero finalmente despareció. 3000 años de cambios y de crisis que desde la perspectiva de los siglos vemos como una cultura uniforme, en la que no hubo alternativas aparentes (no fué así, obviamente). Pero despareció. La recordamos por sus magníficos restos y porque sabemos leer sus jeroglíficos. Pero desapareció. Como desaparecerá algún dia nuestra civilización y nuestra cultura. (Por cierto; ¿no será que este afán por acaparar todos los beneficios posibles de manera progresivamente más acelerada y sin tapujos se deba a que son tan tan intelectualmente imbéciles como para pensar que el mundo se acaba en 2012?)

El Gobierno, fiel a los dictados de quienes les gobiernan a ellos, está favoreciendo la espiral de enriquecer a unos empobreciendo a los demás con el consiguiente riesgo de paralizar el consumo y (o) provocar la revuelta. Pero no creo que esto les inquiete demasiado: el umbral de reacción está muy alto porque los mecanismos de insensibilización y aturdimiento han sido muy eficaces (y ya que hablamos de dinero, eficientes). Un ejemplo reciente: los trabajadores de Nissan, espantados ante el abismo de paro y pobreza que se les cernía a sus pies finalmente han transigido con un acuerdo mutilante pero que no es nuevo. No culpo a los trabajadores, tienen familia que mantener y se han visto amenazados con la pistola en la frente y un precipicio atrás. Lo que preocupa es que el sindicato firmante-claudicante lo ha querido vender como un pacto (yo trabajo más cobrando igual, o sea, cobro menos, a cambio de fabricar tu camioneta durante diez años). Pero eso no es un pacto; no entre iguales. La empresa -que, dicho sea de paso, se beneficiará de créditos blandos por parte de Industria de más del 50% de la inversión, según leo en Público- siempre puede exigir y presionar para que los trabajadores cumplan su parte pero nada ni nadie puede controlar u obligar a que la empresa cumpla la suya, y menos ahora. Sencillamente, un día, pasado mañana si les viene en gana, se traslada al Beluchistán (se deslocaliza, palabra perversa que la transforma en fantasmal, etérea e inaprensible) y el nuevo convenio se lo tienen que comer con patatas (si tienen para patatas).

¡En fin! Hacía tiempo que no me explayaba y lo que iba para pequeño comentario en el facebook (y que no me cabía) se ha transformado en este rimero de ideas, apuntadas así a vuela pluma. Continuaremos otro día. 

martes, 28 de diciembre de 2010

¡Lo llevamos claro!

Si estará mal la cosa de la crisis que El Corte Inglés que, como gran empresa de esto entiende un rato, me envía el siguiente correo publicitario:

O sea que ya lo sabéis; a partir de Reyes... ¡a sufrir! (Bueno, y antes, que sube todo).

Se nos viene la Navidad encima

Shopping Night Barcelona (03/12/2015, foto del autor)      Nos acercamos de nuevo, irremisiblemente,  al centro de este tornado anual q...